Juan Esquivel de Barahona

esquivel

Introducción
A.G.G.

A continuación presentamos la biografía, literalmente extraída, del libro “Historia de la música española” de Samuel Rubio. Vol. II. Editado por Alianza Música, y más concretamente de la última edición de 1998.

Lo incluimos en este apartado, dedicado a nuestra región, al haber constancia de que parte de la obra de este autor se encuentra en catedrales de Badajoz, Plasencia y Coria, catedral esta última de donde Francisco Rodilla extrajo parte del material de su meritoria tesis doctoral recientemente leída. Cuando vea la luz dicha tesis, serán públicos más y nuevos datos, -descubiertos por este musicólogo extremeño (concretamente de Torrejoncillo)-, sobre el compositor de Ciudad Rodrigo.

Además, nos permitimos escribir a continuación de la biografía, unas notas al programa que el mismo Francisco Rodilla redactó para el concierto en el que presentó las nuevas obras encontradas y transcritas para su tesis doctoral. Este concierto monográfico fue organizado por la Sociedad Filarmónica de Badajoz dentro del ciclo de música sacra que cada año lleva a cabo la misma en la citada ciudad.

Queremos desde aquí destacar la labor que socidades como la filarmónica de Badajoz, realizan en pro de la música y de los músicos extremeños, encontrando siempre un acertado equilibrio entre el buen criterio a la hora de traer referencias exteriores así como dando la posibilidad de difusión y salida a innumerables jóvenes promesas de nuestra región; y por otro lado la línea de trabajo del coro UEx (bajo la dirección de su actual titular Francisco Rodilla) que tantas lecciones corales nos enseña en cada una de sus actuaciones. Desde “Amadeus” nos sentimos afortunadamente impregnados de la sapiencia que dejan los conciertos del coro cacereño del cual hemos aprendido y seguimos aprendiendo. Y es que, uno de los afortunados efectos colaterales que producen la fusión de estas iniciativas es, -sin ir más lejos y a raíz de las aportaciones anteriormente mencionadas-, la progresiva inclusión de composiciones del mirobriguense autor en diversos programas; contribuyendo con esto, -por ejemplo-, a complementar la difusión que ya desde este coro cacereño se viene llevando a cabo.

Esperamos por tanto, -y puesto que se ha encontrado más información sobre J. Esquivel-, que para hacer honor a la frase con la que comienza la presentación del libro del que hemos extraído esta primera biografía, tan del agrado de Felipe Pedrell –Lo poco que sabemos lo sabemos entre todos-, vea la luz cuanto antes esta tesis que tanto puede aportar a los coros extremeños. Se podrá entonces, también, completar la información que actualmente figura en esta página.

Septiembre de 2003

Juan Esquivel de Barahona.

Condiscípulo en alguna manera de Tomás Luis de Victoria, puesto que ambos tuvieron por maestro, entre otros, a Juan Navarro, aquél en Ávila, Esquivel en Ciudad Rodrigo su ciudad natal, nace éste hacia 1563, por señalar una fecha conjetural, que, con toda probabilidad, deberá ser adelantada, ya que, de lo contrario, le encontraremos a los dieciocho años ejerciendo de maestro de capilla. A Raúl Arias del Valle debemos la primera noticia cierta sobre su vida, que consiste, nada menos en el nombramiento de Esquivel el año de 1581, con posterioridad al 15 de noviembre, para maestro de capilla de la catedral de Oviedo, después de un sonado conflicto que se resume así:

Vacante la plaza, envía el cabildo un emisario a buscar un candidato. Entre tanto hace éste las gestiones se presenta Alonso Puro, maestro de Zamora, al reclamo del edicto para proveerla promulgado por el cabildo, quien previa oposición, al parecer, se la otorga el día 11 de mayo, sin tener en cuenta las gestiones y los compromisos que pudo haber adquirido el embajador antes mencionado, por nombre Gonzalo Solís. Efectivamente, éste había firmado un contrato con Esquivel quien exige su cumplimiento, comenzando una pelea y forcejeo que duran desde mayo hasta septiembre. Al no poderse solucionar en casa, como dice Raúl del Valle, se eleva el pleito a la chancillería de Valladolid, habiendo nombrado cada una de las tres partes, cabildo y los dos aspirantes, sus respectivos letrados, contándose hasta “unas veinte intervenciones de parte y parte”. Al fin, el día 15 de Noviembre “un notario leyó un mandamiento del Prior Bandera, Provisor de León, como juez apostólico a favor de Juan de Esquibel…, y un auto y orden a favor del dicho Juan de Esquibel y, después de leído por el dicho notario, parece manda se le dé posesión dentro de tres días de la prebenda de Mtro. De Capilla, so pena de excomunión”.

Con este comienzo tan armonioso se estrena Esquivel de maestro, pues no es fácil que a su edad hubiera actuado antes en otro lugar. En Oviedo permanece hasta el día 4 de noviembre de 1585, período durante el cual recibe las órdenes sagradas, yendo a cantar misa a su tierra en julio de 1583. No se especifica en Oviedo el lugar de donde procedía este maestro, ni menos, claro es, la meta siguiente. Pero afirma Mateo Hernández Vegas que Oviedo “pasó a Calahorra, de allí a Ávila y de Ávila a Ciudad rodrigo, de donde, por amor a su patria, ya no quiso salir”. Otros, entre ellos H. Anglés, lo sitúan en Salamanca en el año 1608.

Fue Esquivel uno de los pocos músicos españoles que tuvieron la fortuna de editar sus obras, al menos una parte muy considerable. Tres ediciones conocemos suyas que vamos a describir brevemente. La primera ve la luz en Salamanca el año de 1608. Es su Missarum liber primus, impreso por Artus Tabernulius Antverpianus. Contiene seis misas, precedidas de la antífona Asperges me. Los títulos de las misas son como sigue: Ave virgo sanctissima, a cinco voces; ductus est Jesus y Gloriose confesor Domini, ambas a cuatro Batalla, a seis; Hexachordum, a ocho; Pro defunctis, con la antífona exequial In paradisum, a cinco. Las tres primeras parodian otros tantos motetes de F. Guerrero, procedimiento que el propio Esquivel, sin citar al autor de los mismos, advierte con estas palabras “ad modulum” repetidas delante de cada uno de los títulos. La cuarta está inspirada, como una de Guerrero y otra de Victoria, sobre la Bataille de Jannequin. Sobre el hexacordo ut-re-mi-fa-sol-la, y con este título, sometido a toda suerte de combinaciones, se desarrolla la quinta. La última, como todas las españolas del mismo destino, es una paráfrasis muy severa de las melodías gregorianas respectivas.

En la misma ciudad, en el mismo año y por idéntico impresos que el caso precedente, publica su segunda colección de piezas: Motecta Festorum et Dominicarum cum Communi Sanctorum IV, V, VI et VIII vocibus concinenda. Contiene setenta y un motetes: cuarenta y cinco, a cuatro voces; veinticinco, a cinco; tres, a seis; uno, a ocho. Si los clasificamos en conformidad con los conceptos que se intuyen en el título se obtienen el siguiente resultado: corresponden diecisiete a las fiestas de los santos; trece, a los comunes de éstos; catorce a los domingos, principalmente a los de adviento, cuaresma y precedentes a ésta; once, a las fiestas del Señor; nueve, a la Virgen; dos, a los difuntos, uno de ellos el que acompaña a la misa de la colección anterior, es decir, el que comienza In paradisum; a 6, para diversas ocasiones, como rogativas, “pro quacumque necesitate”, y algún otro por el estilo.

En estos motetes usa Esquivel la más refinadas técnicas de su época; por encima de cualquiera otra, la imitación; en algunas ocasiones, el “cantus firmus ostinato” , como por ejemplo en Veni Domine et noli tardare, y en Tu es pastor ovium, ambos a cinco voces; o bien, el “cantus firmus” gregoriano, rígido e inamovible, en la misma voz, tal como sucede en Tria sunt munera, igualmente a cinco.

Por fin, en 1613 publica en Salamanca de nuevo, pero esta vez en casa del cordobés Francisco de Cea Tesa, su última colección conocida, que por su volumen y contenido podríamos calificar de “descomunal”. Psalmorum, Hymnorum, Magnificarum, et B. Mariae quatuor antiphonarum de tempore, nec non et missarum. Tomus secundus.

En efecto, incluye Esquivel en este tomazo lo que otros muchos autores publicaron en varios volúmenes independientes: ocho salmos de vísperas, más el cántico de Simeón, Nunc dimittis,de completas, todos a cuatro voces; veintinueve himnos de vísperas, seguidos del propio de completas, todos, igualmente, a cuatro; dieciséis Magníficat, ocho para las primeras vísperas, con los versos impares en polifonía; otros ocho para las segundas, a la inversa, seguidos éstos de un Benedicamus Domino; son todos a cuatro voces, a excepción del primero, quinto y sexto de la primera serie; las cuatro antífonas marianas, a cuatro voces, menos la Salve, que lo es a cinco; cinco piezas más, con estos títulos; Te deum laudamus, Benedictus Dominus Deus Isarael, Vidi aquam, asperges, y un motete “ad omnia festa”, todo a cuatro voces; siete misas, seguidas de un Deo gratias, y finalmente, un pequeño

Las misas responden a los siguientes calificativos: Tu es Petrus y Quarte toni, a cinco voces; Beate mariae in Sabbato, a cuatro; Hoc est praeceptum meum, Quasi cedrus y Hortus conclusus, a cuatro.

La temática de estas misas, de la cual dependen sus respectivos nombres, es fácilmente identificable: la primera se basa en la melodía gregoriana de la antífona homónima; la segunda, sobre la melodía del número XV del Liber Graduales; la de la Virgen, en las correspondientes partes de la misa IX del Liber Gradualis, el Credo sobre el número IV de la misma fuente, que en el original gregoriano pertenece al modelo I, la antífona de octavo modo Hoc est praeceptum meum, es el hilo conductor de la misa del mismo título; las dos restantes, del género “parodia”, tienen por modelo sendos motetes: de F. Guerrero, la primera; de R. De Cevallos, la segunda.

El pequeño Officium defunctorum, título nuestro, no del autor, consta de la misa, con el verso Lacrimosa de la secuencia, muy bello por cierto; de la lección Responde mihi, todo a cuatro voces; del responsorio Ne recorderis, alternando con el canto llano a la manera española de los Anchieta, Torre, Vázquez, Morales, Guerrero, Victoria, y , por fin, del remate Requiescant in pace, Amen, responsorio y remate a cuatro voces.

El famoso Vicente Espinel firma la “Aprobación” de una ediciones, la de 1613, pronunciándose sobre el valor de las mismas en los siguientes términos:

“tienen muy apacible consonancia y gentil artificio; es música de muy buena casta, así en lo práctico, como en lo teórico; será del servicio de Dios y de la iglesia imprimirlos”.

No se difundieron mucho las copias de las obras de Esquivel; las que conocemos, de los archivos de Plasencia y Oviedo, proceden evidentemente de las ediciones arriba descritas. De la entrada de una de éstas en la catedral ovetense, en 1615, queda constancia en las actas capitulares, según atestigua R. Arias del Valle. Eslava no se percató de la existencia de este extraordinario polifonista que merecía un puesto de honor en su Lira Sacro-Hispania, al lado de Morales, Cevallos, Guerrero y Victoria. F. Pedrell es el primero que modernamente se ocupa de él en su Diccionario biográfico y bibliográfico de música. En 1954, por nuestra parte, publicamos seis bellas muestras de sus motetes en el tomo I de Antología Polifónica sacra; Ego sum panis vivus, Emendemus in melius, Gloria in excelsis Deo, O vos omnes, todos a cuatro voces; Veni, domine, a cinco, y dos más en el tomo II (1956): Exaltata est, a cinco; O quam gloriosum, a cuatro. Últimamente, en 1978, le ha dedicado una pobrísima monografía Robert J. Snow, tanto que no añade casi nada nuevo a la que R. Stevenson había escrito en Spanish Catedral Music in the Golden Age, diecisiete años antes.

Samuel Rubio.

Notas al programa del concierto monográfico de J. Esquivel, -dirigido por Francisco Rodilla con la participación del Coro de la UEx y los Ministriles de Marsias-, el día 24 de marzo de 2.002 en la Iglesia de Santa María la Real, en Badajoz.

Una muestra de la riqueza de fondos musicales que poseen las catedrales de Extremadura es la conservación de buena parte de las obras de los más insignes músicos del siglo XVI. Así ocurre, por ejemplo, con las obras del polifonista de Ciudad Rodrigo (Salamanca) Juan Esquivel Barahona (h.1560-1626), uno de los compositores más relevantes del renacimiento tardío en España, junto a otros quizá más conocidos como Sebastián de Vivanco, y Alonso Lobo, o el más Famoso de todos Tomás Luis de Victoria.

Que sepamos, Esquivel llegó a publicar cuatro libros de música: El primero de todos contenía seis misas, Missarum Ioannis Esquivelis… Liber Primus, fue editado en Salamanca en 1608 y se conserva en el archivo capitular de la catedral de Badajoz; Una segunda publicación con 72 motetes, Moteta festorum et dominicarum…, vio la luz también en Salamanca en el mismo año y fue muy difundida por las principales capillas catedralicias de la época, aunque en la actualidad sólo hayan llegado hasta nosotros ediciones originales conservadas en las catedrales de Badajoz, Coria, y el Burgo de Osma, y algunos motetes manuscritos en las de Plasencia (64), y de Oviedo (10); una tercera edición con más de 600 páginas fue impresa en la ciudad del Tormes algunos años más tarde, en 1613. Tal publicación contenía salmos, himnos, versiones del Magnificat, Antífonas de Beatae Virginis, 5 motetes, 7 misas, y un pequeño Oficio de Difuntos. El único ejemplar completo de esta edición que se conserva, se halla en la Iglesia de Santa María en Ronda (Málaga), mientras que la catedral de Coria solo posee algunos fragmentos de esta gran edición (los himnos, algunas versiones del Magníficat, las antífonas y los 5 motetes). Desgraciadamente la última publicación del mirogribense, correspondiente al año 1623, no ha asido hallada, aunque sabemos que contenía “canciones para ministriles, fabordones, himnos y motetes”.

Un análisis de su producción musical, nos revela a un Esquivel conocedor de las principales técnicas compositivas, desde las más tradicionales a las más innovadoras. Entre las primeras tenemos el uso habitual del contrapunto, la utilización de la modalidad como base para las composiciones, el empleo de las cláusulas como elemento articulador entre secciones y las habituales disonancias preparadas. Por otra parte, el mirobriguense conoce y utiliza el doble coro, hace uso de la técnica del cantus firmus, aunque desde un punto de vista erudito, más bien como un mero alarde técnico, establece el modo de la obra casi desde el comienzo de la misma y se muestra muy acertado en ciertos recursos expresivos: Homofonía, disonancias no preparadas, pausas expresivas, etc. Además, debemos señalar como, segunda muestra la documentación de la época, estas composiciones de canto de órgano (la música vocal polifónica), estaban acompañadas habitualmente por un grupo de ministriles, cuya función no sólo era la de doblar las voces o situarlas, sino también interpretar esta música prescindiendo incluso de la capilla vocal.

Las obras que se presenta en el programa corresponden a estilos y técnicas bien diferenciadas, desde el Ave María, donde se hace uso de la técnica del canon ad unisonum en las voces de superius, a veni domine o in paradisum, motetes en los que se emplean un cantus firmus ostinato. El único motete a doble coro que conocemos de Esquivel es Sancta María, una obra en la que las ocho voces se distribuyen entre un coro agudo y otro grave. Otras obras de carácter más expresivos son Emendemus in melius, de Quinque panibus, Cristus factus est y Duo Seraphin, este último bien diferente al conocido motete homónimo de Tomás Luis de Victoria. En lo que respecta a la misa, nos encontramos con una obra más tradicional, tanto en su concepción como en su realización, más próxima a la técnica de Cristóbal de Morales o del pacense Juan Vázquez que a la del abulense Victoria. La relación con la Misa Pro defunctis de Morales se hace más palpable sobre todo en el introitus, en el fragmento et tibi reddetur, el Sanctus o en el segundo Agnus Dei.

Nos encontramos, pues, no sólo con uno de los compositores más prolíficos del siglo XVII, cuya obra se conserva en los principales centros religiosos de Extremadura, sino también con un polifonista de gran talla, un compositor que si en ciertas ocasiones (La Misa Pro defunctis) se muestra como continuador de la tradición polifónica española, en otras, se nos revela como innovador, más cercano a la nueva música que ya se hallaba materializada en Italia desde finales del siglo XVI.

Francisco Rodilla
VII ciclo de música sacra. Sociedad Filarmónica de Badajoz.

PROGRAMA.

PRIMERA PARTE.

Ave María (In festo Conceptionis B.M.V.)
Veni Domine (Dominica secunda Adventus)
Erat Iesus (Dominica Tetia in Quadragesima)
De quinque pnibus (Dominica Quarta in Quadragesima)
Emendemus in melius (Pos Cinerum)
Christus factus est (In Coena Domini)
Ego sum panis vivus (In Festo Corporis Christi) Instrumental.
Duo Seraphin (In festo Trinitatis)
Sancta María (In Nativitate B.M.V.)

SEGUNDA PARTE.

Delicta iuventutis mea (Pro defunctis).
Misa Pro defunctis
Introitus
Kyrie
Tractus
Lacrimosa
Offertorium
Sanctus
Agnus Dei
Communio
Requiescant in Pace.
Amen.
In paradisum (Pro defunctis).

Programa interpretado por el Coro de la Universidad de Extremadura bajo la dirección de Francisco Rodilla León.